lunes, 19 de mayo de 2008

Valor de Uso

Capacidad de un objeto para satisfacer necesidades humanas, de cualquier tipo que ellas sean.La madera adquiere valor de uso en la medida en que con ella podemos hacer muebles, construir casas, etc., y de madera porque ésta tiene características materiales que lo permiten. Por esto Marx afirma que el valor de uso de un objeto es la materialidad del mismo.
Importa destacar que el valor de uso de un objeto sólo toma cuerpo cuando éste presta utilidad, en decir, en el momento del consumo.

Valor de Cambio

Proporción en que se cambian mercancías de una clase por mercancías de otra y que varía con los lugares y los tiempos. Si con un saco de salitre podemos obtener dos de harina, fijaremos el valor de cambio de un saco de salitre en dos sacos de harina. Asimismo, si podemos obtener una cajetilla de cigarrillos sacrificando 5 escudos, diremos que el valor de cambio de dicha cajetilla es de cinco escudos.
Este valor de cambio, o precio, si bien oscila de acuerdo con el juego de las fuerzas de mercado, lo hace siempre en torno al valor. De esta manera, el valor de cambio de una mercancía no es una relación cuantitativa meramente casual; el valor de cambio es una expresión del valor.

Valor

socialmente necesario para producirlo. La cantidad de trabajo que un bien encierra se mide por el tiempo de trabajo que se gastó en producirlo. Esto no significa -advierte el marxismo- que las mercancías encierran tanto o más valor cuanto más holgazán o más torpe sea el hombre que las produce o, lo que es lo mismo, cuanto más tiempo tarde en producirlas. Por ello se habla de tiempo de trabajo socialmente necesario, o sea aquel que se requiere para producir una mercancía cualquiera, en las condiciones normales de producción y con el grado medio de destreza e intensidad de trabajo imperantes en la sociedad.
La magnitud del valor de una mercancía permanece constante mientras no varíe el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. Pero éste varía al cambiar la capacidad productiva del trabajo, la cual depende de diversos factores, entre los que se cuentan: grado de destreza medio del obrero, progresos de la ciencia y de sus aplicaciones técnicas, volumen y eficacia de los medios de producción, y las condiciones naturales. Así, por ejemplo, la misma cantidad de trabajo que en años de buena cosecha arroja 8 sacos de trigo, en años de mala cosecha sólo arroja 4, aumentando al doble el valor de cada saco. El rendimiento obtenido en yacimientos minerales con una misma cantidad de trabajo, variará según se trate de yacimientos más pobres o más ricos. Los diamantes son raros en la corteza de la tierra; por eso su extracción supone, por término medio, mucho tiempo de trabajo, y ésta es la razón de que representen, en dimensiones pequeñísimas, cantidades de trabajo enormes.
Un objeto puede ser útil sin ser valor. Así ocurre cuando la utilidad que ese objeto encierra para el hombre no se debe al trabajo. Tal es el caso del aire, de la tierra virgen, de las praderas naturales, etc. Por otra parte, ningún objeto inútil puede ser valor. Si es inútil también lo será el trabajo que encierra; no contará como trabajo ni representará, por tanto, valor.
En términos cuantitativos, el valor de un bien se descompone en valor de las materias primas usadas (evidentemente, este valor está dado por la cantidad de trabajo invertida en la producción de ellas), valor del monto en que las maquinarias se desgastan en su producción (depreciación), valor de la fuerza de trabajo usada (salario) y plusvalía (beneficio del capitalista) generada por la fuerza de trabajo. Si bien el valor de cambio es la expresión formal del valor, no siempre ambos tienen la misma magnitud. El valor de cambio, o precio, oscila por la presión de distintas fuerzas del mercado como la oferta, demanda, etc., pero siempre en torno a la magnitud del valor.

lunes, 12 de mayo de 2008

Análisis Económico

Karl Marx se dedicó a analizar el capitalismo, la forma de producción de su época. Para Marx, el capitalismo se sustenta en la existencia de dos clases cuyos intereses son contradictorios: una es dueña de los medios de producción, los burgueses; y la otra clase es dueña únicamente de su fuerza de trabajo, los proletarios. Burgueses y proletarios están enfrentados en lo que el autor define como "lucha de clases"; es decir, dos grupos antagónicos con intereses contrapuestos.
Este conflicto no era algo nuevo. Según Marx, siempre había existido a través de la historia en las sociedades de clases. Antiguamente, se enfrentaron esclavos con hombres libres, luego siervos con señores. Por lo tanto, la pugna que se daba en el capitalismo era la reproducción de relaciones económicas basadas en la explotación.
Otro factor importante en la obra de Marx es la división del trabajo. Para los autores clásicos era fuente de la riqueza de una nación (aun cuando le reconocía algunos elementos negativos), Marx identifica el factor de alienación que ésta genera. A medida que la división del trabajo se va consolidando -algo que se veía con fuerza en la época- éste se hace cada vez más fragmentado, lo que genera conflictos de intereses que se agravan a causa de la institución de la propiedad privada. Cada trabajador se convierte, según Marx, en un especialista en cierta materia determinada y no sabe hacer nada más. Si una máquina reemplaza esa tarea, el obrero pasaría a ser una "mercancía de deshecho".


Fuente: http://www.eco-finanzas.com/economia/economistas/Karl-Marx-Pensamiento-economico.htm

Plusvalía

Marx distingue en toda mercancía su valor de uso de su valor de cambio. El valor de uso es el valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad. Este concepto se refiere a los rasgos de las cosas gracias a los cuales nos son útiles para la satisfacción de cualquier tipo de necesidad, desde las más biológicas como comer, hasta las más espirituales como las que se refieren al ocio y el mundo de la cultura. El valor de cambio es el valor que un objeto tiene en el mercado, y se expresa en términos cuantitativos, medidos por el dinero. Dos objetos con diferente valor de uso pueden tener el mismo valor de cambio si así lo determina las leyes del mercado, por ejemplo un ordenador puede costar lo mismo que una moto. El rasgo peculiar de la sociedad capitalista es que en ella la fuerza de trabajo es también una mercancía: dado que el productor no dispone de otro recurso para obtener bienes y medios para su subsistencia, debe poner la fuerza de su trabajo en el mercado. Del mismo modo que en el mercado las mercancías están sometidas a las fluctuaciones del mercado, básicamente por las leyes de la oferta y la demanda, la fuerza de trabajo tiene también un precio determinado por las mismas leyes. Pero a diferencia de otras mercancías –un coche por ejemplo– que satisfacen meramente necesidades humanas, la mercancía que llamamos fuerza productiva tiene la peculiar característica de producir otras mercancías. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y un valor de uso (su valor para producir otras mercancías). A su vez, estas mercancías creadas por dicho trabajo tienen, claro está, valor de uso y valor de cambio, pero el valor de cambio que éstas tienen siempre es superior al valor de cambio que tiene la fuerza productiva que las ha creado (al salario). Aunque añadamos a este último valor otras cantidades como las que puedan corresponder a la amortización de las máquinas usadas en la producción, o los costes financieros que el empresario gasta para llevar adelante su negocio, siempre habrá una diferencia. A esta diferencia se le llama plusvalía y es el beneficio del capitalista. Sin este beneficio no habría sociedad capitalista.

fuerza productiva: valor de uso: produce la mercancía 1 (una mesa, por ejemplo)
valor de cambio = X (sueldo)
mercancía 1: valor de uso (cualquiera de las utilidades de la mesa)
valor de cambio = Y
plusvalía = Y – (X + Z)
siendo “Z” otros gastos del empresario (financieros, amortización de las máquinas, ...).

Esto, traducido en términos de horas-trabajo, quiere decir: de las ocho horas que el trabajador trabaja, una parte trabaja para él (la que revierte en lo que realmente le paga el empresario) y otra para el empresario (la que da lugar al exceso de valor de cambio que no revierte sobre el trabajador y que da lugar a la ganancia del empresario o plusvalía).
La propuesta del marxismo es la desaparición de la plusvalía, es la idea de que el valor del objeto producido por el productor vuelva a éste; bien sea porque los beneficios se reparten directamente entre todos los obreros, como ocurre en la interpretación cooperativista del socialismo, bien sea porque el Estado los restituye indirectamente al productor en la forma de otros bienes de los que puede disfrutar (carreteras, educación y sanidad gratuitas, subsidios de desempleo, o de vejez, ...), como es el caso de la interpretación más estatalista.

sábado, 10 de mayo de 2008

Alienaciones particulares

La alienación económica que se vive en las sociedades de explotación se manifiesta en los siguientes alienaciones particulares:

1. Alienación de la actividad: en el proceso del trabajo, el hombre se enajena de sus propias facultades creadoras, no vive su actividad como algo que le pertenezca realmente, que forme parte de sus proyectos. El trabajo se vive como algo exterior y forzado. Dicho de otro modo: si trabaja lo hace por dinero, no porque la actividad se quiera por sí misma o porque sirva para otros fines ulteriores con los que el sujeto se pueda identificar sin sentirse desposeído (el bien de la sociedad, por ejemplo).

2. Alienación del objeto: los objetos producidos por la actividad del trabajador no le pertenecen a él, los vive como ajenos; aunque fuese realmente el esclavo el que construía un edificio, o trabajaba en el campo, el producto hecho por él no era de él sino del amo. Esto es precisamente lo que Marx señala con su idea del “fetichismo de la mercancía”. Además, el objeto se presenta como algo ajeno en un sentido más básico: en estos sistemas productivos, el productor se somete o subordina al producto en el sentido de que el productor es un mero medio para producir el objeto, en el sentido de que en dicha situación lo importante no es el bien del productor (su salud, el perfeccionamiento de sus facultades físicas o psíquicas) sino la mercancía producida. La crítica marxista a las sociedades de explotación conecta claramente con la tesis kantiana relativa a la necesidad de tratar a las personas como fines finales, no como meros medios: para Marx el gran defecto social y moral de las sociedades de explotación es que no tratan a las personas como fines sino como medios, en ellas el productor es un mero instrumento para producir cosas, y no propiamente una persona. Más que la cuestión de la desigualdad de la riqueza, a Marx le preocupó el hecho de que el trabajo en estas sociedades destruye la individualidad, trata al productor como una cosa y lo hace esclavo de las cosas.

3. Alienación social: la alienación económica hace que el objeto producido no le pertenezca al trabajador sino a otro, creando con ello una escisión en la sociedad, dando lugar a dos grupos o clases sociales antagónicas: la clase oprimida que realmente produce las mercancías y la clase opresora que se apropia de ellas.

Marx suponía que la enajenación del trabajo, aunque existente a lo largo de toda la historia, alcanza su cima en la sociedad capitalista y que la clase trabajadora es la más enajenada. Para entender esta conclusión es preciso recordar las extremas condiciones de vida en la que vivían los trabajadores en el siglo XIX, condiciones que supusieron un retroceso respecto de la situación de épocas anteriores: jornadas laborales cada vez más largas, trabajo agotador de niños, menor esperanza de vida de la clase trabajadora, etc.

Alienación económica

Es la principal forma de alienación puesto que de ella dependen todas las demás. Se da en el trabajo y se refiere al hecho de que en esta actividad el sujeto productivo sufre una expoliación del producto de su trabajo, de su propia actividad y, en último término, de sí mismo.

Para entender la importancia de la alienación económica es preciso recordar la valoración que Marx hace del trabajo. Aunque Marx no niega que exista una naturaleza humana, considera, sin embargo, que ésta se limita a funciones básicas como las relacionadas con las necesidades biológicas (alimentación, reproducción, ...). El resto de características que podemos encontrar en el ser humano son consecuencia del orden social vigente. Dicho de otro modo, en lo fundamental, el hombre es lo que él mismo se ha hecho, tanto tomando al hombre como individuo concreto, como tomándolo como especie; y este hacerse está limitado y dirigido por el orden social en el que está inmerso. El hombre es esencialmente un ser de acción, su realidad no le viene dada o determinada genéticamente sino que es consecuencia de lo que él mismo ha hecho. El hombre es realmente un ser productivo, y el trabajo no es otra cosa que la transformación de la realidad para la satisfacción de sus necesidades, pero transformando la realidad se transforma a sí mismo. La felicidad, la perfección humana, su propio bien, no le viene a éste propiamente de la pasividad sino de la acción, de la ocupación con las cosas (por tanto del trabajo, incluido el intelectual). El problema es que el lugar en el que el hombre ha de realizarse, el trabajo, no lo vive, sin embargo, como el ámbito de la creatividad y de la autorrealización, lo vive más bien como el lugar del sufrimiento y de la limitación de sus facultades físicas y espirituales. Y Marx cree que la razón de esta esencial insatisfacción está básicamente en que en las sociedades de explotación el sujeto vive la “actividad personal” o trabajo como algo que propiamente no le pertenece a sí mismo. En las sociedades de explotación el trabajo ya no expresa las facultades humanas; tanto el trabajo como sus productos se viven como algo ajeno al sujeto productivo, a su voluntad y proyectos. En el acto de la producción el trabajador experimenta su propia actividad "como algo ajeno y que no le pertenece, la actividad como sufrimiento (pasividad), la fuerza como debilidad, la creación como castración". Mientras que el hombre se enajena así de sí mismo, el producto del trabajo se convierte en un "objeto ajeno que lo domina".

[Cuadro] Alienación

Alienación

Tanto para Marx como para Hegel, este concepto describe la siguiente situación que le puede sobrevenir a un sujeto: cuando no se posee a sí mismo, cuando la actividad que realiza le anula, le hace salir de sí mismo y convertirse en otra cosa distinta a la que él mismo propiamente es, decimos que dicho sujeto está alienado; la alienación describe la existencia de una escisión dentro de un sujeto, de un no poseerse totalmente y, como consecuencia de ello, comportarse de un modo contrario a su propio ser. Sin embargo, aunque Marx tomó este concepto de Hegel, hay importantes diferencias en el modo en que ambos filósofos la interpretaron:
  • para Hegel el sujeto de la alienación es la Idea (que algunos intérpretes de su pensamiento identifican con el mismo Dios), para Marx el sujeto es el hombre;

  • para Hegel la alienación consiste en el peculiar procedimiento por el cual la Idea se hace otra cosa radicalmente distinta de sí, se enajena y se hace Naturaleza; y las razones de este extraño destino son de índole teológica, pues tienen que ver con los planes de la Idea (Dios) para su propia perfección o autoconocimiento. En Marx la alienación se refiere a la explotación del hombre por el hombre, se refiere a la pérdida de autonomía y libertad de una clase social como consecuencia de la explotación a la que le somete otra clase social, principalmente por el hecho de existir la propiedad privada de producción.

Marx considera que con la aparición de la propiedad privada se produce una circunstancia social totalmente nueva y que sólo podrá eliminarse con la abolición de dicha forma de propiedad. Podemos entender esta nueva situación si nos fijamos en la alienación en la sociedad esclavista: en esta sociedad el esclavo no se pertenece a sí mismo sino al amo; el amo puede disponer a voluntad del esclavo, de su cuerpo, de su mente, de su personalidad y sus habilidades. Cabe distinguir el individuo mismo, su actividad y los objetos producidos por su actividad; pues bien, en dicha sociedad, el esclavo no es dueño ni de sí mismo (carece de libertad completa, no puede hacer lo que quiera con su cuerpo, ni con su sexualidad, ni con su mente) pero tampoco es dueño de su actividad, ésta le pertenece al amo, como también le pertenece al amo el conjunto de objetos producidos por el esclavo (por ejemplo los objetos de su actividad manual, lo que obtenga por trabajar en el campo, ...). Según Marx, lo mismo ocurre en el sistema de producción capitalista: aquí el hombre se hace cosa, mercancía, usada por el propietario de los medios de producción sólo como un instrumento más en la cadena de producción de bienes. La propiedad privada convierte los medios y materiales de producción en fines en sí mismos a los que subordina al mismo hombre. La propiedad privada aliena al hombre porque no lo trata como fin en sí mismo, sino como mero medio o instrumento para la producción.

Diferencias principales entre Marx y Hegel sobre la Dialéctica

  • Para Hegel el sujeto de la dialéctica es la Idea o Dios, para Marx el mundo finito, la Naturaleza, y el mundo humano;

  • Para Hegel el momento de la negación de la negación (la síntesis) incluye en su interior los momentos anteriores (la tesis y la antítesis), para Marx la negación de la negación no lleva necesariamente a ello; Marx señala más bien el momento de contradicción, de enfrentamiento entre elementos opuestos, y su capacidad para promover el cambio. La prueba de que este momento de síntesis no recoge los términos antitéticos es que en la sociedad comunista las clases sociales desaparecen, no se mantiene en su seno ninguna de las clases antagónicas.

Características de la dialéctica

Podemos caracterizar la dialéctica como la teoría que acepta:

1) El cambio: a diferencia de otros modos de entender las cosas que identifican el ser con lo permanente, la concepción dialéctica concibe al movimiento como una de las categorías fundamentales del ser, la realidad está sometida al devenir y la historia, por lo que quien no sea capaz de captar un objeto en términos de su construcción histórica, de su formarse a través del tiempo, no comprenderá bien dicho objeto.

2) La contradicción: el cambio tiene su origen en la existencia de contradicciones en el seno mismo de las cosas; la realidad es el ámbito en donde se da el conflicto, el enfrentamiento, y ello tanto en la Naturaleza como en el mundo humano o historia propiamente dicha. Esta idea, traducida en términos de teoría política, implica comprender cómo las distintas construcciones sociales son consecuencia del conflicto entre clases sociales antagónicas.

3) Racionalidad del cambio: el cambio no es un movimiento caótico, desordenado, sino que sigue una ley, una racionalidad; hay un orden racional en el desenvolvimiento de la realidad. El esquema más abstracto de todo cambio es el de tesis, antítesis y síntesis:

  • tesis: o momento de afirmación de una realidad;

  • antítesis: o momento de negación de la realidad anterior;

  • síntesis: o momento de integración de las dos realidades contradictorias anteriores; esta síntesis es, a su vez, una tesis nueva que da lugar a otra antítesis, la cual da lugar a una síntesis nueva, etc.

(Los términos “tesis”, “antítesis”, síntesis” se encuentran más en la filosofía hegeliana y el idealismo alemán que en los textos de Marx y Engels, quienes prefieren los términos “afirmación, negación y negación de la negación”).

4) Interpretación no fragmentaria de la realidad: las cosas son lo que son en la medida en que forman parte de todos más amplios, en la medida en que participan de relaciones con el todo; cada objeto real es un caso particular o momento del todo. Hegel describe este rasgo indicando que “lo verdadero es el todo”. Esta idea se refleja en la primacía que el marxismo da a la sociedad y al Estado sobre el individuo, en la comprensión del individuo a partir de sus relaciones sociales.

Pero de todas las características citadas, la más importante es la de la contradicción: para la dialéctica la contradicción, el enfrentamiento entre opuestos, es una dimensión fundamental de la realidad. En este punto, tanto Hegel como Marx reconocerán un antecedente en la idea heracliteana de la “guerra”, es decir, la oposición de los contrarios, como “el padre de todas las cosas”, la esencia íntima del ser.

Dialéctica

Etimológicamente significa “arte de conversar”: de “día”, reciprocidad, intercambio, y “logos”, palabra, discurso. Este concepto no es una invención de Marx, ni siquiera de Hegel, pues ya la encontramos en la filosofía griega aunque con un sentido muy distinto. En el mundo griego la dialéctica era el arte de discutir y se oponía a la “retórica” o arte que enseñaba a hablar bien ante un auditorio. En este primer momento la dialéctica se situaba en el nivel del discurso: por ejemplo, Sócrates practicaba el arte de la dialéctica (el diálogo) con sus discípulos para ayudarles a alcanzar las esencias de las cosas; en Platón se identifica con la filosofía misma, y es el método para el conocimiento de las Ideas y el descubrimiento de la Idea de Bien como fundamento de la totalidad de la realidad. La filosofía posterior utilizó esta palabra para designar las enseñanzas dirigidas al aprendizaje de la discusión, y en algunos casos se la identificó con la lógica. En Kant también se sitúa en el nivel del discurso, aunque para referirse propiamente a aquellas argumentaciones que parecían ser verdaderas sin serlo realmente. Con Hegel el concepto “dialéctica” adquiere un significado más rico e importante. La dialéctica sigue siendo un peculiar movimiento de la razón, pero, dado que la realidad es racional, también un peculiar modo de desenvolverse la realidad. Hegel considera que la Idea o Dios se realiza en el mundo finito (crea el mundo finito) a partir de su propio ser, y se niega a sí misma y a su infinitud transformándose en Naturaleza, la cual a su vez se negará de nuevo dando lugar a una realidad superior que incluye en su seno las dos anteriores y dando lugar al mundo del Espíritu. A su vez, el Espíritu se desenvuelve en procesos dialécticos hasta culminar en el Espíritu Absoluto y en la autoconciencia del Espíritu Absoluto mediante la propia filosofía. Marx toma el concepto de dialéctica de Hegel pero elimina toda la interpretación religiosa o teológica, considerando que el movimiento descrito por la dialéctica tiene como sujeto el mundo de la naturaleza y de la historia, el mundo finito.

Materialismo Dialéctico

El materialismo dialéctico es la teoría filosófica marxista según la cual la realidad puede entenderse como materia que se desenvuelve o modifica siguiendo las leyes de la dialéctica.

El materialismo dialéctico no se encuentra explícitamente en Marx sino en Engels y posteriormente en Lenin y Stalin. Plejanov le da el nombre y la abreviatura “Diamat”. Consiste en aplicar a la naturaleza el método dialéctico, particularmente las leyes dialécticas siguientes, tal como las expuso sistemáticamente Lenin a partir de los textos de Engels:

1. Ley del tránsito de la cantidad a la cualidad: cuando los cambios cuantitativos adquieren un nivel crítico, se produce un cambio cualitativo, un salto que da lugar a una realidad de una especie superior. Engels ilustra esta ley con el ejemplo del agua que se calienta gradualmente hasta que en un momento decisivo se convierte en vapor. La vida se produce por un salto cualitativo de la materia inorgánica, la vida animal de la vegetal y la conciencia espiritual a partir de la animal.

2. Ley de la unidad y lucha de los contrarios: todos los elementos de la naturaleza incluyen en su interior contradicciones, fuerzas antagónicas que dan lugar a nuevos cambios.

3. Ley de la negación de la negación: en términos de Hegel, tesis, antítesis y síntesis, en términos marxistas, afirmación, negación y negación de la negación. Engels cree que esta ley es válida tanto para la historia, como para el pensamiento, como para la naturaleza misma. La negación no es negación pura y simple sino asimilación de lo negado, pero en un estadio de realidad superior. Engels pone el famoso ejemplo del grano de cebada: si lo consumimos lo negamos sin más, pero si lo plantamos de él sale la planta, que es su negación, y de la planta nuevos granos (negación de la negación).

Con el materialismo dialéctico el marxismo se opone al materialismo mecanicista, para el cual las realidades superiores son meros reflejos de las inferiores y pueden ser explicadas con categorías propias de las inferiores: el materialismo dialéctico considera que hay niveles de realidad superiores, consecuencia de los inferiores pero no reductibles absolutamente a ellos (la vida, por ejemplo, al mundo inorgánico, o la conciencia a vida inconsciente). El materialismo dialéctico defiende también una concepción evolucionista del mundo natural. Marx y Engels estudiaron “El origen de las especies” (1859) de Darwin y creyeron que este autor era capaz de explicar la vida compleja a partir de vida más simple sin necesitar de principios teológicos.

Extracto que muestra la Lucha de Clases

Clásico texto marxista que presenta la lucha de clases como el motor de la historia.

"En toda época histórica, el modo económico predominante de producción e intercambio, y la estructura social que deriva necesariamente de él, constituye el fundamento sobre el cual se basa la historia política e intelectual de una época, y únicamente a partir de él puede explicársela; (...), en consecuencia, toda la historia de la humanidad (desde la abolición del orden gentilicio, con su propiedad común de la tierra) ha sido una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas; (...) la historia de esas luchas de clases constituye una serie evolutiva que ha alcanzado en la actualidad una etapa en la cual la clase explotada y oprimida el proletariado ya no puede lograr su liberación del yugo de la clase explotadora y dominante la burguesía sin liberar al mismo tiempo a toda la sociedad, de una vez por todas, de toda explotación y opresión, de todas las diferencias y luchas de clases."


Marx, Engels, Manifiesto del partido comunista, Prólogo de 1888

Filosofías de la Sospecha

Se suele incluir al materialismo histórico en lo que se ha llamado “teorías o filosofías de la sospecha”: las “filosofías de la sospecha” mantienen que para comprender la conducta de un individuo o de un grupo social no es adecuado atender a la explicación que dicho individuo o grupo da, pues dicha explicación no es objetiva, está mediatizada, es consecuencia de los intereses del individuo o grupo. Para entender a un individuo o grupo es necesario “sospechar” de la comprensión que él tiene de sí mismo y remitirse a otro nivel de realidad distinto al de la propia conciencia. Los filósofos de la sospecha han sido Freud que destaca la motivación inconsciente en la conducta humana, Nietzsche, para el que la cultura occidental esconde su carácter antivital, y el marxismo, según el cual el fundamento verdadero de la conducta social no está en el nivel de la comprensión que los hombres tienen de sí mismos, comprensión que se sitúa en el nivel de las ideologías, sino en el nivel de los intereses económicos y políticos del grupo dominante.

Materialismo Histórico

El materialismo histórico quiere ser una teoría científica sobre la formación y desarrollo de la sociedad. Mediante una teoría económica, histórica y filosófica intenta descubrir las leyes que rigen el cambio social y presenta un método para la interpretación de los conflictos sociales y su transformación. La característica definitoria del materialismo histórico (abreviado a veces con la fórmula "Hismat") consiste en la afirmación de que son las bases económicas y los modos de posesión de los bienes materiales los que se encuentran a la base de toda transformación social. La estructura social y el motor del cambio no son las voluntades de las personas tomadas individualmente, ni las ideas, ni mucho menos la voluntad divina, sino lo material, la vida económica y social reales del hombre, las necesidades económicas y los intereses económicos de los distintos grupos sociales.
Marx nunca utilizó los términos "materialismo histórico" o "materialismo dialéctico"; Marx y Engels utilizaron más bien las expresiones "método dialéctico" o “teoría materialista de la historia

Consideraciones respecto de la Instauración del Comunismo

En relación con el proceso revolucionario como momento necesario para la superación de la sociedad capitalista y la instauración del comunismo, es preciso recordar también las siguientes consideraciones:
  • respecto del uso de la violencia: muchos partidos comunistas, particularmente hasta los años setenta del siglo XX, consideraron que ésta era legítima y crearon grupos armados (guerrillas, grupos terroristas, ...);

  • en cuanto a la dictadura del proletariado, los sistemas políticos instaurados tras las revoluciones propiciadas por los partidos comunistas como el ruso, chino, cubano..., la han defendido; otros partidos comunistas, por ejemplo los creadores del socialismo democrático como el eurocomunismo de los partidos comunistas francés, español e italiano, han rechazado este método y han propuesto la persuasión democrática, el convencimiento de los electores antes que la violencia política como método para llegar al socialismo.

La posición de Carlos Marx sobre estas importantes cuestiones no está clara: no fue totalmente explícito en la valoración de la violencia como instrumento para la toma del poder por parte del proletariado, ni de la legitimidad de la violencia del Estado (dictadura del proletariado) sobre grupos sociales distintos a la clase obrera, aunque los textos parecen avalar una interpretación autoritaria del poder político (legitimación de la violencia y de la dictadura del proletariado). Tampoco explicó con claridad las peculiaridades del sistema social que llamamos socialismo y mucho menos el que llamamos comunismo.

De este modo, la praxis revolucionaria no hace mas que realizar el ideal filosófico de Marx expuesto en su tesis XI sobre Feuerbach: "los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo".

Fases del proceso revolucionario

El pensamiento marxista posterior al propio Marx suele establecer las siguientes fases en el proceso revolucionario hacia la sociedad sin clases:

1) La democracia: en esta etapa se constituye la "dictadura del proletariado" mediante la toma del poder político. Los marxistas suelen distinguir entre democracia obrera y democracia burguesa:

  • en la democracia burguesa la libertad de los individuos es meramente formal, es una libertad proclamada por la ley vigente pero que no viene acompañada por la posibilidad material para su realización. En esta democracia el verdadero poder está en manos de la burguesía y no de la clase trabajadora, a la que se le dan derechos sobre el papel pero no las condiciones materiales (económicas, políticas y sociales) para que realmente la ejerzan;

  • en la democracia obrera es la clase obrera la que ostenta realmente el poder, impidiendo mediante leyes y medios coercitivos diversos (policía, ejército, expropiación de tierras, control de los movimientos financieros, nacionalización de la banca y de las fábricas,...) la explotación de una clase social por otra. Desde el punto de vista de los obreros es una democracia porque el poder descansa en esta clase social, poder que se expresa institucionalmente en la creación de consejos obreros en las fábricas, o en órganos políticos en manos del partido comunista. Desde el punto de vista de la burguesía es una dictadura pues se emplean medios coercitivos para perseguir a los que defienden ideas contrarias a los intereses de la clase trabajadora y la violencia en la expropiación de las riquezas de los burgueses.

2) El socialismo: en esta fase se potencia el papel del Estado como instrumento para racionalizar la producción (economía dirigida, planes quinquenales para la economía, ...), la distribución a toda la población de la riqueza generada (sanidad pública, educación pública, obras públicas, subsidios, ...) y el control social (represión de los grupos que quieran volver a instaurar la propiedad privada y el sistema de clases sociales). En esta fase el Estado consigue un intenso desarrollo de los medios de producción y de la riqueza social y va eliminando las diferencias económicas y sociales de los distintos grupos o clases sociales que pudieran aparecer.

3) El comunismo: o culminación del proceso revolucionario. Es la fase definitiva en el desarrollo de la humanidad y con ella comienza la auténtica historia humana. Auténtica historia porque sólo en ella el hombre es realmente protagonista de su destino, sólo en ella se ha hecho dueño de sí mismo; frente a esta fase, todo lo ocurrido antes al ser humano pertenece a su prehistoria. Es una época de abundancia, de plenitud, en donde ya habrán desaparecido definitivamente las clases sociales, los intereses particulares, e incluso el Estado, al menos el Estado entendido como el instrumento de un grupo para dominar sobre otro.

Fuente: http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-CambioSocial.htm

Postura ante los Grupos Sociales

Para Marx el motor de la historia es consecuencia del enfrentamiento entre clases opuestas, el enfrentamiento entre la clase explotada y la clase explotadora (clases que adquieren diferentes rasgos en cada época histórica: esclavos-amos, siervo-señor, proletario-burgués). Los distintos movimientos sociales, los distintos acontecimientos históricos, descansan en último término en el afán de la clase dominante por perpetuar su dominio, por satisfacer su interés, y en el afán de la clase oprimida por romper el yugo de la opresión, por liberarse de la condición de explotación en la que vive. Este enfrentamiento es inevitable, y en gran medida independiente de las voluntades y conciencias de los individuos particulares, pues es consecuencia de la sociedad misma y del desarrollo técnico y económico alcanzado en cada momento histórico y gracias al cual las distintas sociedades resuelven el problema de la supervivencia. Cada modo de producción da lugar a sistemas de dominio propios, a clases sociales peculiares. El modo de producción capitalista ha dado lugar a las clases sociales antagónicas de la burguesía y el proletariado.
Sin embargo, Marx fue optimista y consideró que el enfrentamiento entre clases sociales antagónicas no era un destino absolutamente inevitable de la humanidad, antes bien, creyó que el propio hombre puede hacerse dueño de su destino y eliminar este antagonismo. Y ello precisamente como consecuencia de la praxis revolucionaria, de la actividad de cara a la transformación del sistema político: dado que todas las situaciones de dominio tienen como fundamento último la existencia de la propiedad privada, podremos eliminar la opresión de un grupo sobre otro si eliminamos la propiedad privada. Hay que insistir en que esta valoración es optimista pues cabe pensar que la opresión de un grupo sobre otro, la injusticia y el sufrimiento, descanse en algo más básico aún que la propiedad privada, o que tal vez acompañará al hombre hasta el fin de la humanidad. Marx no defiende esta concepción pesimista y considera que, eliminadas las causas sociales, eliminaremos el sufrimiento de la humanidad. La transformación de la sociedad precisa de una acción revolucionaria que suprima la clases sociales. En este punto las ideas de Marx no son claras: en algunos textos se subraya el carácter inevitable del fin del capitalismo (se dice por ejemplo, que en función de sus propias leyes, el capitalismo cava su propia tumba); sin embargo es más afín a su pensamiento la tesis de que el paso a una sociedad nueva se ha de hacer merced al esfuerzo revolucionario del proletariado.

Fuente: http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-CambioSocial.htm